Centro Histórico de Los Realejos

Si recorres sus encantadoras calles comprobarás por ti mismo el gran legado histórico y artístico que respira el municipio. Gracias a la enorme riqueza económica que tuvo en el pasado, debida sobre todo al asentamiento de grandes comerciantes y a la mano de diversas órdenes religiosas y de la propia Iglesia, se conservan hoy vestigios arquitectónicos de excepcional interés.

Guanches y conquistadores montaron aquí sus campamentos militares mientras se dirimían las últimas épocas de la conquista de Tenerife. A pesar de la pérdida de muchos edificios que marcaron la historia urbanística del municipio, aún se pueden contemplar interesantes inmuebles que nos cuentan con sus voces de tiempos remotos el esplendor que en otros tiempos tuvo esta zona.

Independientemente de sus numerosos núcleos de población, Los Realejos desplegó todo su devenir en los llamados Realejo Alto, Realejo Bajo y San Agustín, lugares en los que la arquitectura, tanto civil como religiosa, tuvo mayor protagonismo. Y es que tanto el Realejo Alto como el Realejo Bajo guardan especial relevancia en el patrimonio histórico ya que son dos cascos urbanos que han sido declarados Bienes de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico.

Notarás en sus calles como se integran los principales movimientos arquitectónicos y urbanísticos, desde los modelos tradicionales, más abundantes y significativos, pasando por los referentes clasicistas hasta los lenguajes más eclécticos.

Si comienzas tu visita por el Realejo Bajo has de saber que paseas por el núcleo de mayor importancia artística de Los Realejos, pues conserva todavía hoy el 70% de todo su conjunto. Su origen se debe al establecimiento de la Hacienda de los Príncipes que data del siglo XV. Declarada Bien de Interés Cultural, una de las estructuras más destacadas es el molino, que dio nombre a la calle, y que era movido por las aguas que bajaban con mucha fuerza por el barranco. La casa destaca por su interés arquitectónico y guarda muchos secretos y decisiones que marcaron el devenir económico de la Isla. Recórrela y respira ese denso aire de grandeza mientras imaginas lo que debieron sentir sus habitantes al ser el principio de todo lo que contemplas a tu alrededor.

El centro de este núcleo lo constituye la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de La Concepción que fue declarada Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, en 2003. Aunque un incendió destruyó muchos bienes de incalculable valor, todavía guarda en su interior joyas como el San Miguel de la escuela alemana del siglo XVIII.

No puedes perderte el Hotel Rural Bentor, un perfecto ejemplo de como el turismo rural ha permitido la rehabilitación de casonas de interés histórico. En tu paseo podrás contemplar muchos de esos singulares ejemplos de arquitectura de los siglos XVIII y XIX, en los que no faltarán los aportes modernistas, eclécticos e historicistas.

Te sorprenderá saber que existen textos históricos referidos a la rendición de los menceyes guanches en los que ya se hacía referencia a un recinto dedicado al Apóstol Santiago nada más y nada menos que en el año 1496. Esto lleva a considerar a la Iglesia Matriz del Apóstol Santiago, situada en el Realejo Alto, como el primer templo católico de Tenerife. Esta iglesia sufre varias modificaciones hasta el siglo XVI, que es cuando adquiere las dimensiones y la estructura actual. En su interior encontrarás la pila bautismal donde fueron bautizados los nueve menceyes guanches rendidos tras la conquista. Descubre el retablo dedicado a Santa Bárbara, atribuido a Pedro Duque Cornejo, del siglo XVIII, considerado una joya del barroco canario.

Sobre el solar devastado por un terrible incendio de un convento de agustinas, se levantó el Santuario de Nuestra Señora del Carmen que guarda en su interior a su imagen titular, la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Los Realejos y Patrona del Valle de La Orotava.

No olvides visitar también la casa donde nació en 1731 el ilustre escritor Viera y Clavijo. Declarada Bien de Interés Cultural, albergó bajo su techo a uno de los ejes de la cultura y la tradición canaria. José de Viera y Clavijo abarcó numerosas disciplinas hasta su muerte, el 21 de febrero de 1813. Cada año, en conmemoración de su fallecimiento, se celebra el Día de las Letras Canarias.